martes, 25 de diciembre de 2007

El lobo solitario y su cachorro

publicado por seppuku

Hablar de “El lobo solitario y su cachorro” es hacerlo de uno de los mejores mangas que yo haya leído hasta la fecha. Su lectura supone adentrarse en un mundo completamente diferente, con unos personajes de los mejor creados hasta la fecha. Es una sucesión de momentos gratificantes, y ya desde las primeras páginas, uno tiene la sensación de estar leyendo algo por encima de la media. Cuando, en un futuro, se supere ese miedo colectivo a leer cómics, “El lobo solitario y su cachorro” probablemente obtenga el reconocimiento que se merece en el mundo occidental, puesto que en Japón ya es una obra de culto desde su primera serialización allá por los años 70.

Así que lo primero que he de hacer es pedir perdón al lector de este post, porque no sé si sabré estar a la altura para explicar todo lo que significa esta obra. Cada uno tendría que leerla y juzgarla según su criterio, pero de lo que estoy seguro es de que nadie quedará defraudado si lo llega a hacer algún día.

Pero, en primer lugar, situémonos. La obra está ambientada en el Japón feudal, durante la época Edo (que abarca desde el año 1600 hasta el 1897, cuando se produjo la llegada del Comodoro Perry exigiendo la apertura de las fronteras japonesas). Como toda época feudal que se precie, su estructura social estaba perfectamente jerarquizada. Al frente del país se encontraba el shogun, con su corte de ministros, vasallos y samuráis. Cada provincia estaba dominada por un señor o daimyo. Por debajo de toda esta corte de nobles y samuráis, se hallaba el pueblo corriente. Personas sin rango ni linaje como campesinos, pescadores, comerciantes, etc. Pero en un nivel diferente se hallaban los ronin, o samuráis sin amo. Éstos eran samuráis que habían perdido su rango tras cometer algún acto de deshonor contra su señor o contra el mismísimo shogun. Como su pasado como hombres de honor no les permitía trabajar como campesinos, o ganarse el sustento con el trabajo de sus manos, se dedicaban a vagabundear por el país, viviendo de la caridad o convirtiéndose en sicarios.

Y es aquí donde podemos empezar a situar la historia de “El lobo solitario y su cachorro”, ya que el protagonista de la historia, Itto Ogami, es uno de esos ronin sicarios, que se ganan la vida cumpliendo encargos delictivos a cambio de una buena suma de dinero.

Debido a una conspiración tramada por el clan de los Yagyu, Ogami se vio desposeído de su cargo de albacea oficial (aquella persona encargada de ayudar a todos los que se tenían que hacer el harakiri o seppuku, cortándoles la cabeza para evitarles sufrimiento innecesario). Tras esto, Ogami fue obligado a abandonar su linaje y su honor, no sin antes clamar venganza contra los Yagyu, jurándose que algún día los derrotaría. En su nueva vida como vagabundo, se ve forzado a llevar consigo a su hijo Daigoro, recién nacido, ya que su esposa a muerto y no puede confiar en nadie para su cuidado.

Y he aquí uno de los puntos fuertes de “El lobo solitario y su cachorro”, la relación entre el padre y su hijo es una de las más sorprendentes, emocionantes y conmovedoras que jamás llegarán a verse. A pesar de la corta edad de Daigoro, su respeto hacia su padre va más allá de lo imaginable. Muchas personas tendrán buenas relaciones con sus respectivos padres, pero después de leer esta obra, uno querría tener con su progenitor la misma conexión que existe entre Daigoro e Itto Ogami.


Pero “El lobo solitario y su cachorro” no es solo la historia de un padre y su hijo, es la historia de un país. Un retrato crudo y descarnado de las gentes que lo habitan: nobles, campesinos, asesinos, pescadores, samuráis, comerciantes, vagabundos, cazarrecompensas, prostitutas, monjes caritativos, monjes malvados, barqueros, arquitectos y un sinfín de individuos que enseñan más sobre la historia del país que lo que cualquier libro de texto podría.

Uno agradece sin dudarlo que “El lobo solitario y su cachorro” sea una obra poco conocida, ya que de ser más famosa levantaría ampollas en las mentes puritanas que abundan hoy en día. Ya no hablo solo de la violencia que destila cada una de sus viñetas, si no de escenas de desnudos, violaciones, castigos físicos a menores, traiciones, maridos que prostituyen a sus esposas, etc. Y todo ello aderezado con una exquisita selección de los más impuros pecados capitales.

No obstante, nada sobra. No se puede más que aplaudir la osadía de los autores, aunque todo hay que llevarlo a su contexto, puesto que en la sociedad japonesa existe una gran conciencia para diferenciar lo que se lee en cómics o libros, de cómo hay que actuar en la realidad (obviamente existen excepciones, pero ésa es la regla general).


El lobo solitario y su cachorro” es una obra conjunta. Kazuo Koike se encargó del guión, mientras Goseki Kojima se ocupó de ilustrarlo brillantemente. Tal fue la repercusión que tuvo su obra, que se les llegó a denominar “el tándem de oro”. La popularidad de este manga provocó que se produjesen una serie de siete películas sobre los dos personajes principales y dos series de televisión.

Por último, quiero destacar la repercusión popular de “El lobo solitario y su cachorro”. Grandes autores de cómic, como Frank Miller (encargado de la realización de las ilustraciones de portada para varias ediciones occidentales) han reconocido la gran deuda que tienen con esta obra. Incluso habrá a quien el argumento de “El lobo solitario y su cachorro” le recuerde a la película “Camino a la perdición” de Sam Mendes (cito la película por ser más famosa que el cómic en el que se inspira, obra de Max Allan Collins).

Ahora solo me queda recomendar encarecidamente la lectura de esta obra maestra de nuestros días, a pesar de que soy consciente de que no está al alcance de la mayoría de la gente, por no hablar del coste económico que supone adquirirla.

Puntuación de seppuku: 10/10

1 comentario:

miguelangel dijo...

Feliz año a todos, anaestésicos !!
Un abrazo