viernes, 19 de diciembre de 2008

embargo

por red-hot

En ocasiones una noticia en si es irrelevante pero alcanza toda su importancia por su carga simbólica, suscitando opiniones e inquietudes sobre otra realidad ya pasada. Cuando la memoria histórica despierta de su letargo puede molestar o incluso doler y esa es una de las principales armas del sucio juego de la política. Cuba y Rusia mueven ficha y esperan una respuesta del recién elegido presidente del mundo para saber así a que atenerse y actuar en consecuencia.

lunes, 8 de diciembre de 2008

un hombre y su ego

por daviccy

Nacemos con un ego (yo) minúsculo, o más bien nacemos sin ningún ego en absoluto. Una vez en la cola de una peluquería de mujeres leí, en una de esas revistas de premamá o una mierda por el estilo, que los bebés son como esponjas de conocimiento durante los primeros meses de su vida, y nunca hasta ahora me había parecido tan acertada esa comparación. Nunca hasta pensar en el ego.... Supongo que con el tiempo nuestro cerebro se va convirtiendo en estropajo.

Yo diría que es algo que oscila, no como un péndulo sino más bien como los índices bursátiles. (Siempre es bonito hablar de la bolsa durante una crisis...). Quién eres tú depende en cada momento de los lazos que estableces con lo que te rodea, tanto personas como cosas. Una vez me encariñé con un mechero, se le acabó el gas y mi vida se jodió para siempre. Cada segundo se redefinen las fronteras de tu consciencia y por tanto también las tuyas.

Es fácil cuando tu cerebro es una esponja, absorber cada día una gilipollez nueva que probablemente forme parte de tu vocabulario para siempre. Cuando eres un estropajo absorber agua te duele. Soltar agua te duele. Aprender y desprenderse de conocimientos, de reflexiones, de un mechero de mierda... todo ese proceso de redefinición diaria es una tocadura de pelotas.

No quiero meterme en la mierda dialéctica entre el yo y el superyo y tal... Solo estamos yo todo lo demás. Es así de sencillo, ceros y unos, tampoco hay que pensar mucho para darse cuenta(*). Cuando leo lo del “superyo” no puedo dejar de imaginarme a un freud gigante aplastando edificios o intentando cagar en un lago. A nadie le gustan los gigantes cuando cagan en un lago. Puede que sea más acertado pensar en millones de “yoes” diferenciales integrados a lo largo de la variable tiempo, pero si he aprobado las matemáticas es para poder librarme de tener que pensar en esta clase de cosas.

El caso es que cada día te despiertas en un mundo diferente. La tía Francis ha muerto, así que tu portero es una persona diferente, no te saluda por la mañana, y tu día es una mierda. No importa lo hondo que sumerjas en una rutina para poder conservar ese “yo” tan bonito y que tanto amas. El mundo se acerca sigilosamente a donde te escondes y mordisquea, sin que te des cuenta, pedazos de tu cabeza, fragmentos que nunca vas a poder recuperar.

(*) Sí, pretendo restarle valor a una teoría que ni conozco lo suficiente, ni quiero conocer, porque me parece una simplificación absurda de algo muy complejo. Tan absurda como la mía propia o como la que pueda hacer un pato en un estanque.